Sunday, July 03, 2005
Destry Rides Again
Como toda producción hollywoodiense de la época, Destry Rides Again bebe de innumerables fuentes. Hay una película con el mismo título que data de 1932 (dirigida por Benjamin Stoloff) y pertenece a la época en que el western era un género populachero en el que rara vez se fijaban las estrellas o los estudios importantes como Universal Pictures. De este filme, toma la premisa del personaje que lucha sin armas. Al mismo tiempo, se basa libremente en una novela escrita por Max Brand (uno de los cinco seudónimos usados por Frederick Schiller Faust), un escritor de novelas del oeste, y famoso por brindar los personajes para un serial sobre un médico llamado Dr. Kildare y su mentor Dr. Gillespie, interpretados por Lew Ayres y el gran Lionel Barrymore.
Poco queda de la novela escrita por Brand, pues Felix Jackson, uno de los guionistas del filme, realizó una adaptación que sirvió de punto de partida para la escritura final del guión, en el que además intervinieron Gertrude Purcell y Henry Myers.
La película cayó en manos de George Marshall, uno de los directores más populares de la época, pero que ha sido bastante postergado en los últimos años, en favor de los autores favoritos de la crítica francesa: John Ford, Howard Hawks, Raoul Walsh, William Wellman, etc. El género favorito del director había sido la comedia, por lo que trabajó con Laurel & Hardy, W. C. Fields, entre otros. En Destry Rides Again se siente esa fuerte influencia de la comedia, pues el filme mantiene un tono humorístico generalizado, tendiendo más bien al alboroto y la caracterización cómica de los personajes.
El filme se sitúa en Bottleneck (literalmente cuello de botella), un pueblo del lejano oeste, dominado por una serie de bribones comandados por Kent (Brian Donlevy), estafador y jefe de los delincuentes; el alcalde (Samuel S. Hinds) y Frenchy (Marlene Dietrich), cabaretera y cómplice en algunas fechorías de Kent. Tras asesinar al sheriff luego de una de sus estafas, el alcalde y Kent nombran en el cargo a Washington Dimsdale (Charles Winninger), el borrachín de pueblo. Pero, Wash les tiene una sorpresa. Hace varios años atrás había sido alguacil de Tom Destry, una leyenda en el oeste americano. Ahora que tiene el cargo de sheriff, Wash decide llamar a Tom Destry Jr. (James Stewart), quien deberá traer orden al pueblo siguiendo los preceptos de héroe de acción de su padre.
Pero Destry Jr. es todo, menos un hombre violento. Al contrario, está convencido que la única manera de enderezar el pueblo es a través del cumplimiento de los propios mecanismos que la ley ofrece, y no tomar la ley por sus propias manos. Y la mejor manera de hacer entender eso a los ciudadanos no es precisamente el uso de las armas, sino la comprensión e interiorización de las reglas.
Aquí es donde surge uno de los temas recurrentes del género: el enfrentamiento entre el mundo violento del oeste donde vale la ley del más fuerte/astuto/rico y no la ley como orden legitimado. Temas que vemos en películas tan distintas como The Ox Bow Incident (William Wellman), pero sobre todo en The Man who Shot Liberty Vallance de John Ford. En este caso, tenemos una exposición más bien canónica por lo que el guión despliega los temas de manera más o menos obvia, como para que no quede duda de lo que se está queriendo decir. Todo en perfecta consonancia con la ideología del cine americano, de transmitir los valores democráticos al público de una manera amena y demostrativa.
Para esto se sirven no sólo del guión, sino de la presencia de James Stewart, estrella de la época que representaba al americano promedio, bonachón, pacífico, pero de una agudeza que a primera vista no parece tan clara. Las actuaciones tienden a estar en el registro de la comedia, actores como Una Merkel y Charles Winninger tienen roles más bien cómicos, aunque el Walsh de Winninger es un prototipo que luego veremos en algunos filmes de John Ford. Por su parte, la Dietrich en su primer rol como ciudadana americana, hace un rol apartado del glamour melodramático que había sido su marca en los filmes de Von Sternberg.
Destry mantiene el estilo del cine norteamericano de los años 30. Su planificación de secuencias es bastante funcional, busca la claridad escénica, aunque hay ciertos rasgos vodevilescos, tanto por las canciones de la Dietrich, como la flexibilidad y desorden de los elementos del encuadre (compárese la lucha final en la cantina frente a cualquier pelea de una cinta de Ford). Asimismo, el filme tiende a no dividir los géneros radicalmente, colocando canciones, luchas, drama, elementos criminales, etc., sin la necesidad de apelar a las convenciones de un género específico.
En suma, Destry Rides Again es una película espléndida. A través de los años, ha logrado hacerse de una importante legión de admiradores que la han convertido en una piedra angular en la construcción del western como género de importancia para la conformación del arte cinematográfico.
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