Sunday, June 19, 2005

Lección de Abbas Kiarostami

Cuatro reglas de oro

¿Quieres conocer los secretos del ganador de la Palma de Oro en Cannes? Paul Cronin los sabe, ya que se inscribió en un taller conducido por el legendario director iraní Abbas Kiarostami, y aprendió a hacer un filme.

Traducido de The Guardian UK (17/05/2005)

Con películas como "El sabor de la cereza", "El viento nos llevará" y "Ten", su cinta digital realizada íntegramente en un auto, el director iraní Abbas Kiarostami se ha convertido un favorito de la crítica en los últimos años, aunque ha estado produciendo una serie de obras magníficas desde comienzos de la década del setenta. Suerte, la mía, de haber sido escogido como uno de los 20 estudiantes en un taller de ocho días sobre cine digital, organizado por el London Film School, y conducido por uno de los directores más grandes en ese campo. Aquí cuatro ideas centrales que Kiarostami nos ha dado ha considerar a lo largo de nuestra semana al interior del London's French Institute.

Aprendiendo, no enseñando

Lunes, 9:00 am, Abbas Kiarostami va al grano: "No tengo nada que enseñarles. No quiero darles ningún consejo. Solamente voy a compartir información con ustedes, y estoy seguro que aprenderé tanto como ustedes. Lo que vamos a discutir aquí y lo que voy a decir no es ni malo ni bueno, ni equivocado ni cierto. Es como ir a un psiquiatra: solo estamos conversando. Saquen sus propias conclusiones, formen su propia opinión. Mis opiniones son solamente mi trabajo. De hecho, tengo que admitir que no me gusta mucho enseñar."

A pesar de esto, AK hace una fascinante exposición sobre sus propios métodos de grabación digital, usando clips de sus películas, y deteniéndose sólo para inspirarnos los cortos que tendremos que hacer en los siguientes días.


Aún antes de que se acabe el día, tengo la sensación de que AK está ansioso de nuestro potencial como grupo. Él, como nosotros, sabe que la única manera de aprender algo esta semana es hacer y no sólo sentarse a escuchar. Una esquina del salón está llena de cámaras de video, mientras que abajo cuatro islas de edición están listas para esperar los frutos de nuestra labor.

Dos estudiantes tienen una idea para un filme que exponen ante el grupo. AK escucha detenidamente, hace preguntas, y sugiere que están listos para rodar. No hay tiempo que perder. "Mañana por la mañana", dice, "tomen una cámara y a rodar. Recuerden que no espero un gran trabajo de su parte. Prefiero tener un buen filme de 30 segundos que sea sincero y con significado, en ligar de tener una pieza más larga y vistoza que no dice mucho sobre nosotros. Incluso podría ser más acerca de compartir ciertas experiencias que hacer una historia completa. Solamente, salgan y hagan algo que incentive a los demás."


Poner sus propios límites


"En otros talleres que he conducido", dice Kiarostami, "nos pusimos ciertas limitaciones. Recuerdo una clase de creatividad en la Escuela: cuando no tenemos limitaciones a nuestro trabajo, no somos capaces de producir algo. Pero una vez que se ha puesto una restricción, todos podemos escribir algo."

¿Qué restricciones vamos a tener? "Siempre he pensado que un elevador tiene el potencial de ser una buena locación para una historia. ¿Por qué? Dentro de este lugar cerrado hay un espacio limitado. Las películas hechas en un ascensor deben tener un tiempo limitado. Hacen ruido, tienen luces vibratorias, algunos nos hablan. La gente sale o entra, quizás en el piso equivocado, lo que es una buena manera de introducir a nuestros personajes. El ascensor es inevitablemente algo que encontramos en el camino a otras cosas, lugares y gente. Incluso podemos hacer un filme de acción introduciendo un asesino en el quinto piso. Además, viajes en un ascensor requiere una cierta etiqueta, lo que nos puede servir como un mecanismo narrativo. Simplemente, pienso que un ascensor puede ser el escenario para una serie de dramas pequeños. Es una caja mágica para las historias y puede ser un potencial tema. Todos deben traer una historia para componer un filme colectivo de 90 minutes que debemos mostrar la próxima semana. Al utilizar un ascensor en la historia, tendremos una unidad en los trabajos, y ellos se apoyaran unos a otros."

Las ideas empezaron a fluir. Todo uso concebible de los ascensores es considerado. Inevitablemente, sale la sugerencia de hacer una película sobre lo difícil que es cintas sobre filmar en los ascensores. Kiarostami, muerto de dolor por una muela, descarta inmediatamente esa idea. Alguien sugiere basarse en lo que dijo sobre la etiqueta. "¿Qué tal dos personas discutiendo en un ascensor?" dice el estudiante. "Cuando se detiene en un piso y alguien entra, las dos personas están tan avergonzadas que dejan de discutir. Hay un silencio incómodo en los siguientes tres pisos. Entonces, las dos personas salen del elevador e inmediatamente comienzan a discutir." "Muy bueno", dice Kiarostami sin emoción, "Salgan ahora y a rodar."



Explotar el medio

Vamos a trabajar con equipo digital, no hay celuloide aquí. Tal como Kiarostami sugiere constantemente, al igual que su nuevo trabajo "Five" (un filme de 75 minutos compuesto de planos secuencia de 15 minutos), la forma puede dictar el contenido. "Mi cinta "Ten" tiene dos años de antiguedad", explica el director, "y actualmente, no estoy tan fascinado por la tecnología digital. Creo que es porque me acabo de dar cuenta que poca gente sabe cómo usarla con propiedad."

"El problema es que la tradicional película de Hollywood se mueve de manera inconsistente con lo mejor del cinema digital que se viene produciendo. No es fácil que los directores más pequeños luchen. El punto es que se debe pensar digitalmente. Cuando se trabaja con una idea, considera que la historia no se pueda hacer utilizando los métodos tradicionales. ¿Puedes grabarlo con una cámara de 35 mm o sólo con una pequeña hand-held digital? Grabar "Ten2 en 35 mm. hubiera sido como llevar a un luchador a una carrera de 100 m. planos. Un luchador debe luchar, un corredor debe correr. Y una vez que hayas escogido usar una cámara de video en lugar de una de películas, y por buenas razones, no compares la calidad de la imagen con la de las otras. Apréciala por lo que es."

A pesar de mi (quizás conservadora) apreciación de la narrativa del cine clásico, y mi general desapego por lo que podría llamarse "cine experimental", me marché con Peter, otro estudiante, al Victoria and Albert Museum, que se encuentra a la vuelta de la esquina, donde hay dos ascensores con paredes de vidrio, uno junto al otro. Peter en uno, yo en el otro con una cámara. Pongo la lente contra el vidrio y comienzo a registrar cómo sube el ascensor, el techo que se acerca y se aleja. Peter pasa recitando un soneto de Shakespeare. Tomas de de 10 minutos. Un filme "artístico." El resultado final tiene tres minutos y es terriblemente pretencioso. Solo para dar la contraria, insisto en no poner créditos o un soundtrack.

Manipular a los actores

"Una buena película de ficción es un documental y viceversa", nos dice Kiarostami. "Cuando ambos se juntan, hemos visto un buen filme. En términos del trabajo con los actores, hay una línea muy fina entre engañarlos para que hagan lo que queremos, y dejarlos improvisar. Algunas veces durante la filmación de "Ten", me sentaba entre el hijo y la madre en la parte trasera del auto. Pero la mayor parte del tiempo, los dejaba solos y veía la cinta más tarde. Rechazo el rol tradicional del director. Esto es lo que la cámara digital nos da, la libertad de no tener que preocuparnos de que se acabe la cinta."

"Los martes el niño iba a nadar, así que arreglábamos que la madre llegara tarde a recogerlo. Esto significaba que el niño estaba preocupado de su competencia de natación, algo que se muestra en el filme. Esa es toda la dirección que hice. Es como si el actor fuera el director. Lo principal es escoger el momento adecuado para estos actores, ninguno de los cuales era profesional, de darnos algo emocionante y real."

Alguien le pregunta a Kiarostami, cómo sabe si un actor no profesional le podrá dar lo que necesita. "Hablo con ellos y prendo la cámara sin que lo sepan. Después de siete u ocho minutos, una vez que hemos encontrado el tema, hago como que prendo la cámara. Si no se ve diferencias entre el momento antes y después de que la enciendo, entonces tenemos un buen actor."

Un estudiante decide poner las ideas de Kiarostami con su sobrino de 17 años como actor principal. Se decide por la historia de un chico que demanda un pago y entra a un ascensor público. Lo graba en el conjunto de departamentos donde vivo yo. Hago el rol de la persona que eventualmente lo echa del edificio. Para el clímax, cuando le digo al chico que se vaya, el director solamente filma mis líneas. No voltea la cámara para grabar las reacciones de su sobrino ni su diálogo, porque ha pasado la mañana grabando los primeros planos requeridos. Le hizo preguntas personales sin ninguna relación con la historia, así, dos horas más tarde, grabó una verdadera respuesta emocional a mis líneas. Todo funcionó de maravilla.

Nuestro sesión final la pasamos afinando nuestros filmes de ascensor para una función pública en el Insituto Francés, por la tarde. El colectivo de 90 minutos tiene una calidad variable, pero en su totalidad es muy bueno. ("Lamento haberlos llamado ociosos," dice Kiarostami). Hay algunas cintas muy imaginativas, hechas en tan solo dos o tres días, algunos en cuestión de horas. Todos están cargados de un profundo humanismo. Es lo que Kiarostami ha dejado en nosotros.


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