Sunday, June 05, 2005
"Ten" de Abbas Kiarostami
Graduado de la Facultad de Bellas Artes de Teherán, Abbas Kiarostami, se ha convertido en uno de los directores más importantes del cine mundial de los últimos veinte años. Aunque, ciertamente, es poco conocido en círculos ajenos a la cinefilia.
Sus mejores películas ("Through the Olives Tree, Taste of Cherry, Close Up) han desarrollado un estilo verdaderamente minimalista, es decir, el estilo que reduce el cine a sus estructuras mínimas, y que se suele confundir con una reducción de las figuras del cine (menos escenografía, menos comentarios musicales, actuaciones simplificadas, etc.). De esta manera, en estas películas se construyen historias en base a recorridos que se repiten constantemente (el viaje en auto o la filmación de una escena, por ejemplo) y a partir de los cuales se genera el significado del filme, todo bajo un clima desdramatizado (en el sentido más formal del término) que por ratos se acerca al registro documental.
"Ten" es una de las apuestas más radicales del director. Se compone de 10 conversaciones realizadas por una mujer profesional de Irán, que maneja su auto por las calles de Teherán. En el trayecto, la vemos conversar con su muy antipático hijo, producto de su primer matrimonio, que vive bastante descontento con la nueva relación; su hermana, que le aconseja sobre sus problemas; una prostituta que la confunde con un hombre; una mujer que acaba de divorciarse y llora desconsoladamente; una chica que está por terminar una relación con su prometido; y una mujer que ha dejado su vida de comodidad para dedicarse a la religión.
Para llegar a este resultado, Kiarostami escogió a sus actores, habló con ellos en profundidad sobre los personajes y el diálogo. Puso dos camaras de video digital en el tablero del auto y los mandó a conversar, pero él no estuvo presente. Se filmaron 23 horas de video, de las que quedaron los 94 minutos que componen el filme. La versión final es en video y no se ha realizado ningún sistema de transferencia a cinta de proceso químico.
Es ciertamente, una postura que va contra la imagen que se suele tener del director controlador, perfeccionista que ve hasta el último detalle de lo que sucede frente a la cámara. Kiarostami así lo entiende, pues para él es una nueva forma de acercarse a la realidad, sin crearla tan artificialmente. Algunos críticos, como Roger Ebert, le han criticado su falta de control sobre lo filmado, y sostienen que ese es un cine que podría hacerlo cualquiera y en uno de sus ataques más rabiosamente conservadores sostiene que apreciar este filme es como apreciar los dibujos de un niño. Cosas parecidas se dijeron en su momento de los fauvistas, los impresionistas, Schöenberg, Wagner, Antonioni, Beethoven, etc. Con el resultado que todos sabemos. Y es precisamente el caso, Marcel Duchamp puso en el tapete un hecho incuestionable en la apreciación del arte de hoy: que lo "artístico" no radica necesariamente en el objeto. Uno ya no puede definir el arte en función de los productos culturales por sí solos, hace falta establecer la red de relaciones contextuales que hace que algo sea arte o no, hace falta realizar un trabajo intelectual que permita dar una lectura mayor que la simple apreciación física o el cuestionamiento del proceso de producción. Así, se puede hablar de Spielberg o Johnnie To en términos artísticos del mismo modo que de Bergman.
Fuera de estas cuestiones, "Ten" es simplemente maravillosa, por las cuestiones que plantea sobre la existencia de sus personajes (los roles masculinos y femeninos en la sociedad iraní), sobre sus sentimientos frente al mundo (las mujeres abandonadas, la religiosidad, el poder patriarcal, etc.), que de alguna manera lo emparetan con otros filmes de la tradición occidental, como el cine de mujeres de Cuckor, Mankiewicz, Almodóvar, etc., donde se plantean los mismos temas, aunque quizás con otros resultados. Y es que el filme no se plantea como una denuncia de las condiciones sociales en el sentido que lo harían un Costa-Gavras o un Oliver Stone, sino más bien se trata de una suerte de exploración del mundo femenino donde no hay preconceptos o determinada agenda política planificada con anterioridad. Al revés, si es posible plantearse una agenda sobre el tema es como resultado de la visión de la película.
Para algunos este es el filme más baziniano que se haya realizado en los últimos años. Kiarostami ha logrado, con la aparente pureza de la imagen, acercarse a la realidad de una manera que pocos realizadores pueden lograrlo. Como esa la de la escena final, interpretada con tal sutileza que uno queda casi mareado por la impresión. Un verdadero momento de antología.
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